Pues creo que toca que alguien denuncie la cruda realidad: no es cierto, solo hacia falta pasear por cualquier municipio catalán para ser consciente de la gran magnitud de la victoria de la selección.
Ambas maneras de manifestarse son lícitas, pero una estaba absolutamente manipuada, convocada por distintas fuerzas políticas, desde los partidos, ayuntamientos, sociedad civil politizada... La otra, fue absolutamente espontánea, nadie la convocó. Y a pesar de ello las calles de todas las ciudades catalanas rebosaban alegria, espontaneidad, felicidad, sentimiento y orgullo. Orgullo de ser y sentirse español. Sin trabas, sin complejos, sin agobios, sin amenazas.
Yo estuve con ellos, en la calle, en Rubí, celebrando la normalidad. Por fin: normalidad. La normalidad de ser y sentirse catalan y español. ¿Es que quien tiene dos hijos quiere más a uno que a otro? ¿Es que un niño o niña, en condiciones normales, quiere más a su padre o a su madre? ¿Ha de escoger? Pues yo tampoco, no puedo escoger entre ser y sentirme catalana o española. Siento y soy catalana y española y así seguiré. A pesar de unos pocos.
